Siempre se escuchan los clichés... "tienes que vivir como si mañana fuera el último día" o "carpe diem" donde la mayoría lo (mal) entiende como aprovechar ciertos placeres del momento inculcados por la masa social como beber alcohol, tener sexo, comer, etc. El tema es que, gracias a Dios, la mayoría del tiempo, "mañana" no es el último día, y lo que dejan el consumo de esos bienes es el mismo vacío o peor que provocó pensar en ellos - la gran mayoría de las veces - como escape a un presente que se muestra incómodo. Mirándolo así, el entendimiento y los hechos que provocan esas frases son una hipocresía y cobardía con el presente que no se quiere enfrentar, autoengañándose por un rato.
Mi parecer es que la interpretación o el sentido de esa frase no va por ahí (por lo expuesto arriba), sino que, si te fueras a ir mañana, ¿no te gustaría sentirte tu?, ¿tu mismo?. Eso plantea el dilema de quién es uno para la gran mayoría que no ha tomado el camino de buscarse, de encontrarse, de errar, caer y pararse siguiendo lo que tu corazón dice, muchas veces tomando caminos de otros y encontrándose en diferentes puntos del tiempo en falsos "yo" o versiones alternativas de lo que pudieron haber sido. Pero si se ha avanzado un poco en ese camino y se tiene un sentido de quién es uno (¿porqué estás acá?, ¿qué es lo que te identifica como persona?, ¿qué es lo que te hace vibrar?, ¿con qué sueñas?, etc.), si mañana fuera el último día, creo que uno debería sentirse por sobre todo seguro de uno mismo, de lo que uno es, en el sentido de agradecerse uno mismo por ser quien uno es, y sentirse orgullloso de la persona que se es, en ese sentirse seguro de uno mismo, como en paz con quien es uno, entendiendo que uno es mortal y viene a este mundo a vivir experiencias con otros.
Si uno vive así cada día, siendo uno mismo (sin importar lo que los demás crean o digan), y estando y sintiéndose seguro y orgulloso de uno, sin dudas de lo que se es y se vale, creo que eso es vivir de verdad porque se está siendo uno mismo, y ese uno es el que vive, siente y ocupa tu cuerpo en este mundo.
Así, siendo uno mismo, se puede estar en paz con uno y, por consiguiente, con el mundo.
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